miércoles, 24 de junio de 2015

Fármacos que Interfieren en la Nutrición de la Piel


Digoxina

     Náuseas, falta de apetito, pérdida de peso, potencia la pérdida de magnesio.

Diuréticos

     Aumentan la pérdida de agua, sodio, potasio y magnesio.

Antiácidos

     Disminuye la absorción intestinal de hierro, vitamina B1, vitamina B12.

Laxantes

     Reducen la absorción de agua y de los nutrientes en general.

Hierro

     Altera el tránsito intestinal produciendo tanto estreñimiento como diarrea.

Antidepresivos

     Los ISRS disminuyen el apetito, los Tricíclicos facilitan el estreñimiento.

Colchicina

     Reduce la absorción de vitamina B12, lactosa y grasas.

Colestiramina

     Reduce la absorción de las vitaminas A, D, E, K y del Acido Fólico.

Anticonvulsivantes

     Déficit de Acido Fólico, altera la mineralización ósea.

Cefalosporinas

     Alteran el metabolismo proteico y de las vitaminas D y K.

Tetraciclinas

     Disminuyen la vitamina K y la absorción intestinal de calcio.

Alcohol

     Aumenta las necesidades de vitamina B, magnesio y zinc, reduce la masa ósea.

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lunes, 22 de junio de 2015

Nutrición Cutánea de la Piel


     El conocimiento y la comprensión de los mecanismos comunes y particulares de las deficiencias funcionales y/o estructurales que se asocian con el envejecimiento y que pueden deberse a diversas razones (cronológicas, exposición continua a tóxicos, defectos de eliminación y desintoxicación cutánea, irradiación solar, etc.), que alteran, bloquean e incluso cambian el proceso metabólico orgánico, acelerando o retardando el envejecimiento, permite diagnosticar, prevenir y eliminar de forma efectiva algunos de los cambios metabólicos y morfológicos ocasionados por el mismo.

     La piel envejecida se manifiesta histológicamente por alteraciones de membrana y adhesión molecular, con matrices celulares anormales y alteraciones de la actividad enzimática, acompañadas de disminución de la sobrevida celular, entendiendo la célula como la unidad fundamental de los tejidos, organos y finalmente, del organismo.

     La piel, al igual que el resto de los órganos, efectúa diversos procesos metabólicos cuyos sustratos son los mismos, o casi los mismos, del resto del organismo.

     Se puede afirmar pues, que la base para modular el envejecimiento esta en mejorar la función celular y de esta forma, cambiar secundariamente el metabolismo integral, facilitando además la eliminación de toxinas endógenas y exógenas que afectan a la función celular y producen la progresión del envejecimiento. Estas toxinas, cuando no pueden ser eliminadas, entorpecen las diferentes rutas tanto de nutrición, excreción y de intercomunicación tisular, afectando así el desempeño celular y ocasionando en forma secundaria, progresión del envejecimiento.

     Bajo el principio de: “la piel se nutre de dentro a fuera”, es importante la aplicación loco-regional de los nutrientes ya que existen procesos de envejecimiento que bloquean la nutrición celular satisfactoria: glicosilación proteica no enzimática, cambio de circuito circulatorio (del circuito largo o metabólico al corto o no metabólico, alteración de la unidad de Merlen), alteraciones de drenaje, caída de la hormona de crecimiento, alteraciones del cortisol y de las hormonas sexuales sea de causa prematura, cronológica o secundarias a alimentación, fármacos o stress vital, que ocasionan alteraciones metabólicas y hacen que los nutrientes no sean distribuidos en la forma necesaria a la piel y al tejido conectivo.

     El manejo de una nutrición cutánea loco-regional específica de vitaminas, co-vitaminas y cofactores (en cantidades óptimas), es indispensable para el adecuado funcionamiento celular, logrando de esta manera la reversión del proceso alterado que se traduce en un mal funcionamiento celular y/o tisular y finalmente en apoptosis y muerte celular.

     A través de la nutrición celular especifica balanceada y aplicada a nivel dérmico superficial, se producirán grandes cambios por estímulos nerviosos, químicos, físicos, inmunológicos y de reparación, que se traducirán en una mejoría del funcionamiento y de la sobrevida celular; en otras palabras, en un proceso "antienvejecimiento".

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domingo, 21 de junio de 2015

El Fotoenvejecimiento


     Aunque existen muchas enfermedades que pueden afectar a la piel, los problemas más frecuentes se derivan de la exposición a los rayos ultravioleta (UV) que provienen del sol. En el pasado, tener una piel bronceada era un símbolo de salud pero en los últimos 10 años, con la pérdida de fragmentos substanciales de la capa de ozono atmosférica, los efectos de la radiación UV son ahora mucho más peligrosos que en el pasado. La exposición a la radiación UV participa en el daño celular acumulado que llamamos envejecimiento ya que la exposición a la radiación UV causa la generación celular de radicales libres que dañan a las células de la piel al ocurrir procesos oxidativos en dichas células.

     Otros factores que contribuyen a la formación de radicales libres son los contaminantes ambientales, el humo de tabaco, los rayos X y los fármacos. En una piel joven, estos constantes ataques pueden ser contrarrestados mediante la reparación exitosa del ADN y la preservación de la capacidad de síntesis de proteínas y lípidos. Las enzimas y moléculas antioxidantes encargadas de reparar estos daños se encuentran disponibles en cantidades suficientes en la piel joven. Sin embargo, con el paso del tiempo, los antioxidantes disminuyen en cantidad y calidad, y la reparación del daño se hace menos eficaz.

     Hoy en día se cree que la teoría de los radicales libres también sirve para explicar el envejecimiento de la piel. La intensa luz solar es capaz de generar radicales libres en la piel, particularmente en manos, cara, cuello y brazos que son áreas crónicamente expuestas al sol. Consecuentemente, es en estas áreas del cuerpo, en especial la cara, donde se vislumbra el envejecimiento de la piel.

     El tejido colágeno es un componente importante de la piel y es particularmente susceptible de daño por radicales libres. Cuando esto ocurre, la proteína se rompe y reconfigura de forma anómala, dando lugar a entrecruzamientos de fibras colágenas lo cual causa que la colágena originalmente elástica se vuelva rígida y menos móvil. La luz solar también produce activación de moléculas mensajeras presentes en la piel, creando procesos inflamatorios.

     Usar fotoprotector hoy en día es una necesidad, ya que está comprobado que incluso la luz que generan las lámparas y las pantallas de los televisores y computadoras también son causantes de manchas.

sábado, 20 de junio de 2015

Nutrición y Piel


     Todo lo que se ingiere afecta de una u otra manera a cada uno de los órganos del cuerpo. Si se tiene en cuenta que la piel es el órgano más grande del cuerpo, no es ilógico anticipar que los efectos de la nutrición son de gran importancia en su bienestar. Si bien una crema cosmética puede proveer varias sustancias importantes, nunca será suficiente para asegurar una nutrición adecuada de la piel. Por un lado, la aplicación tópica de una crema no asegura la penetración de los ingredientes activos a las células de la piel y corre el peligro de permanecer en la superficie de la piel hasta la siguiente ducha.

     Por otro, la cantidad de ingredientes activos que llega a las células depende de factores como la condición de la piel, la concentración de los ingredientes, y la tecnología de manufactura de la crema, entre otros. En contraste, los nutrientes ingeridos se absorben y pasan al torrente sanguíneo, con lo cual la distribución a las células de la piel queda asegurada.

     La globalización y la dinámica de la vida moderna limitan el tiempo dedicado a preparar y consumir alimentos a partir de productos frescos y variados. Cerca del 80% de las personas económicamente activas comen fuera de casa una o dos veces al día. La mayoría lo hace fuera del horario convencional y consume alimentos industriales de pobre contenido nutricional. Por tanto, la modernidad ha disminuido la posibilidad de ingerir vitaminas, minerales y otros productos esenciales a la salud de la piel y el cuerpo.

     Las investigaciones actuales sobre antioxidantes y piel se centran en complementos vitamínicos y antioxidantes administrados por vía oral como manera de evitar la barrera de absorción de la piel misma. Así han nacido los nutracéuticos, o alimentos suplementados con vitaminas y minerales que proveen un beneficio a la salud más allá de la nutrición básica. Han ido posicionándose como alimentos funcionales y prácticos y de consumo diario.

     Es importante señalar que los nutracéuticos no deben ser vistos como nutrientes para neutralizar deficiencias de las dietas, sino como compuestos cuyo consumo se asocia con la prevención de enfermedades. En otras palabras, el consumo de un nutracéutico debe acompañarse de una dieta rica y variada.

     Hay estudios preliminares que muestran que los nutracéuticos elegidos adecuadamente y consumidos siguiendo las recomendaciones, constituyen productos que pueden ayudar al consumidor a alcanzar metas saludables.

     Además de los beneficios que pueden otorgar a la piel, los nutracéuticos se han asociado a la mejoría de varías condiciones patológicas, como las enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas, osteomusculares y cancerosas.

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viernes, 19 de junio de 2015

Los Antioxidantes y sus Efectos en la Piel


     Para sobrellevar el daño potencial de los radicales libres, las células han desarrollado mecanismos para neutralizarlos a especies no reactivas. Entre ellas se encuentran las moléculas quelantes de metales y las enzimas que metabolizan a los radicales libres participan en la regeneración de antioxidantes naturales y/o de agentes reductores. Los sistemas antioxidantes en el cuerpo son muchos y muy variados, arreglados en varias capas que ayudan a proteger contra los varios tipos de radicales libres.

     Una parte importante de este sistema de defensa intracelular lo llevan a cabo las enzimas antioxidantes. La superóxido dismutasa, la catalasa, la glutatión peroxidasa y otras enzimas son ejemplos de la importancia que tienen los sistemas antioxidantes en una piel sana. Además de las enzimas, existen moléculas de tamaño pequeño que actúan como antioxidantes en sangre y otros líquidos corporales.

     Pueden ser de dos clases: liposolubes e hidrosolubles. Las primeras se localizan en las lipoproteínas de las paredes celulares y las segundas, solubles sólo en agua, se encuentran en sangre y líquidos intersticiales. Las moléculas hidrosolubles más importantes son la vitamina E, la coenzima Q10, los betacarotenos y el selenio. Una forma de mitigar los efectos de estos agresores de la piel es aumentando los niveles de antioxidantes en el cuerpo a través de una suplementación oral. Varios estudios animales y humanos han comprobado que la ingesta de cantidades apropiadas de antioxidantes, especialmente de las vitaminas A y E, confiere efectos protectores contra el daño por radicales libres.

     Hay un estudio que muestra que si bien la eficacia de un solo antioxidante en la prevención de foto-daño es mínima, cuando se combinan dosis adecuadas de vitaminas A y E junto con carotenos y coenzima Q10, se puede retrasar el daño celular causado por la luz UV y otros agentes externos como la contaminación mabiental y el cigarrillo e incluso prevenir el eritema asociado a este daño.

     Estudios recientes apoyan el uso de antioxidantes orales para contrarrestar el daño oxidativo en los lípidos y proteínas de la piel constatando la disminución de un 40% en la actividad oxidativa del suero de 50 voluntarios expuestos al sol y que previamente había estado bajo suplementación oral con antioxidantes durante ocho semanas. En piel también hubo resultados positivos, entre ellos, un 60% de aumento en la hidratación y un 40% de aumento en la cantidad de los llamados lípidos superficiales de la piel. (Familiar, 2007)

jueves, 18 de junio de 2015

Envejecimiento Cutáneo

     Para una mejor comprensión de este fenómeno, es de gran utilidad profundizar en el conocimiento de la fisiología de la piel y de los mecanismos que entran en juego en el deterioro que acompaña a la edad.

Manchas en la Piel

     La piel es el órgano más extenso del organismo y responsable de nuestra apariencia externa. Está formada por células, fibras y matriz extracelular. Biológicamente podemos decir que los años traen consigo una disminución del número de células, de fibras de colágeno y de elastina e importantes alteraciones en la matriz extracelular. Esto provoca la merma del grosor de la piel y de su capacidad de renovación y reparación, especialmente motivada por la menor producción de factores de crecimiento y acúmulo de radicales libres. Además, la mala circulación trae consigo una disminución del aporte nutritivo y de las secreciones glandulares (ecrinas, apocrinas y sebáceas) y retención de líquidos: La piel se deshidrata y tienda a la descamación, se hace más laxa y pierda tersura, se forman arrugas y aparece la flacidez, el descolgamiento y la atrofia tisular, principalmente, del tejido graso subcutáneo, muscular y óseo.

     Como consecuencia de todo lo anterior aumentan las alteraciones cutáneas como manchas pigmentadas, queratosis senil, verrugas seborreicas, nevus, etc. El conjunto de estas modificaciones provocan un aspecto cansado, senil y, con frecuencia, se acompaña con la pérdida de seguridad y rechazo de la propia imagen.

     En el deterioro que acompaña al envejecimiento cutáneo intervienen dos tipos de fenómenos: unos genéticos (innatos) y otros debidos a agentes externos.

     La experiencia clínica afirma, sin duda, que el componente congénito es la causa más importante de la flacidez de la piel y de las partes blandas de la cara: se heredan las características físicas de la piel. Entre los agentes externos el sol es el más perjudicial: El daño actínico crónico es la causa del fotoenvejecimiento de la piel (elastosis) y se caracteriza por la acumulación de fibras elásticas deterioradas producidas por fibroblastos cuyo material genético ha sido alterado por los rayos ultravioleta (UV).

     El tabaco es otra de las causas de envejecimiento cutáneo puesto que induce la formación de radicales libres y disminuye el nivel de defensas antioxidantes provocando alteraciones histológicas similares a la elastosis. (Arquero, 2005)

Una vez se ha diagnosticado el tipo de piel, se puede establecer una terapéutica basada en la nutrición cutánea. Es importante tomar en cuenta los hábitos alimenticios, acompañar la dieta con complementos vitamínicos y antioxidantes, tales como: el Pycnogenol y la Coenzima Q10. El tabaco por su alto nivel de toxicidad aumenta la creación de radicales libres y aunado a esto el contacto del humo con la piel del rostro, el cuello y las manos contribuyen a su envejecimiento

Clasificación de los Tipos de Piel y sus Implicaciones en Dermatología Cosmética

     Hace aproximadamente cien años, Helena Rubinstein se convirtió en la primera persona en clasificar la piel en cuatro tipos: seca, grasa, combinada y sensible. Esta clasificación ha quedado rezagada en relación a los avances científicos actuales. En lugar de un simple rango de cuatro tipos de piel, el nuevo sistema creado por la División de Dermatología Cosmética del Departamento de Dermatología y Cirugía Cutánea de la Escuela de Medicina Miller de la Universidad de Miami, Florida, USA. comprende 16 tipos de piel diferente que se evidencian de la identificación de cuatro parámetros: seca vs grasa; sensible vs resistente; pigmentada vs no pigmentada; y con arrugas vs estirada (sin arrugas).

Nuevos Tipos de Piel, Fuente: (Baumann, Amini, & Weiss, 2005)

"Piel seca" es una expresión que se refiere a la piel de coloración grisácea a blanca, de textura áspera que se ca­racteriza por un elevado número de crestas. La función del estrato córneo es fundamental al considerar la piel seca. Los defectos en esta barrera conducen a la pérdida de agua trans-epidérmica (TEWL) (Transepidermal Water Loss). Substancias como detergentes, acetona, cloro y otros químicos, así como la inmersión prolongada en agua y factores ambientales, también pueden alterar el estrato córneo. Para que la ba­rrera cutánea funcione adecuadamente, sus componentes principales, tales como ceramidas, ácidos grasos y colesterol, deben estar balanceados apropiadamente.Los bajos niveles en la producción de sebo no son infre­cuentes en personas con piel seca, poros pequeños y sin antecedentes de acné. Las personas con este tipo de piel la tienen seca y resistente (tipo DR) (Dry, Resistant). Las personas con piel tipo DS (seca/sensible) (Dry, Sensitive), presentan la piel muy reseca y sensible, y frecuentemente experimentan eritema y prurito, probablemente como resultado de alte­raciones en el estrato córneo, tales como pérdida de agua trans-epidérmica (TEWL) y un incremento en la susceptibi­lidad de respuesta a alergenos, desarrollo de erupciones y dermatitis. Las personas con un puntaje bajo en las escalas D/O (seca/grasa) y S/R (sensible/resistente), presentan una piel discretamente seca y sensible, manteniendo el estrato córneo intacto, pero con disminución del NMF y/o de la secreción de sebo.

Las personas cuyas pieles son discretamente grasas, y que se encuentran entre S (sensible) y R (resistente), típicamente tienen intacta la barrera cutánea, y además mantienen niveles óptimos de NMF y de secreción de sebo. Las personas con piel tipo OR (grasa/resistente) rara vez sufren de acné. Aque­llos con piel discretamente grasa o muy grasa pero sensible probablemente sufren de acné o rosácea, pero son capaces de tolerar tratamientos tópicos que los tipo DS no pueden.
Las pieles resistentes tienen el estrato córneo fuerte, lo cual confiere protección a las células cutáneas, evitando la penetración de alergenos y otras sustancias irritantes, rara vez desarrollan acné y/o eritema (a menos que sea quemada por el sol).

Más del 40% de la gente dice tener piel sensible, siendo el grupo de las mujeres sanas premenopáusicas el que presenta esta queja con mayor frecuencia que cualquier otro grupo demográfico. Es complicado encontrar el producto ideal para condiciones particulares de las pieles sensibles, ya que existen cuatro subtipos muy diferentes: tipo acné, tipo rosácea, tipo punzante y tipo alérgico. la mayoría de los pacientes con piel tipo S, con quejas frecuentes de alergias en la piel, pueden ser también catalogados como tipo D (seca).

En cuanto a la piel pigmentada se evalúa la predisposición a desarrollar manchas hiperpigmentadas no deseadas en la cara y tórax anterior. Existen varios tipos de estas manchas que generan preocupa­ción en los pacientes, incluyendo melasma, léntigos solares, efélides, queratosis seborreicas, nevus, lunares, etc.

Sobre la piel arrugada, este es el único parámetro de los tipos de piel en el que los individuos ejercen un control significativo. Esto quiere decir que aunque la persona no puede alterar el componente genético del envejecimiento cutáneo, sí puede cambiar su actitud con el fin de reducir el riesgo de contribuir con los factores externos que promueven dicho envejecimiento, tales como fumar, exceso de alcohol, nutrición deficiente y, lo más importante, la exposición solar. (Baumann, Amini, & Weiss, 2005)